martes, 24 de febrero de 2009

Desde el primer momento en que te vi,
quise tener mi mejilla en tu vientre,
para olerte y lamerte con lujuria.
Por supuesto que no eres la mujer que amo,
eres solamente quien desborda mi locura con una caricia y ese olor tan particular que me da una salvaje sensacion de placer al verte desnuda.
No te escribi en el momento,
estaba maravillada con el sentimiento,
todo el asombro me rodeaba el pensamiento,
hasta los ojos, y nada resultaba.
Seguia insistentemente, segui, pero no resulto,
hasta el momento en el que te pude tener de nuevo,
donde nos tuvimos, sin nombres, sin titulos...
Desnudas ahi en ese lugar que no recuerdo,
pero que conozco bien.
Y sentir una vez mas mi mejilla en tu vientre,
despues de ese ardiente y frio, torrentoso, energetico,
y, vibrante momento en que permitimos disfrutarnos,
sin miedo del veneno que coce vidas en nuestros vientres
como hornos divinos y simplemente dejandonos llevar por el instinto,
ver como surgen las caricias improvisadas,
no de tus manos o tus dedos, sino de todo tu cuerpo
que al igual que el mio se convierte en una sola caricia
motivada por nuestros deseos meramente lujuriosos.